Después de pasar dos semanas con amigdalitis y que mi mesita de noche estuviera decorada por diferentes cajas de medicamentos apiladas, me hizo ver que aquello solo hacia empeorar mi campo de visión. Fondo blanco y helvética para todas, colores como el verde, rojo, azul, amarillo son los que cubren la mayoría de las cajas. Jugando con formas geométricas o simplemente creando un degradado digno del WordArt.
Diseños que, obviamente, todos deven seguir un código establecido para facilitar su distribución e identificación, yo ahí no me meto. Pero eso no quita que podamos encontrarnos unos medicamentos que sigan respirando ese aire de seriedad e inflexibilidad (ya que como en el caso de el antibiótico, cada ocho horas una dosis durante siete días, como se te ocurra fallar una sola vez vuelves a la casilla de salida, doy fe), pero que mirarlos mientas los abres no te recuerden lo crudo y aburrido que es estar malo y que te haga pensar como en mi caso, hostia otra vez estas pastillas, pero si no hace tanto que tuve amigdalitis…joder si ya no fumo!!.
Sinceramente creo que aparte de tomarnos los medicamentos con otra actitud, creo que tendría un componente práctico que esta ausente hoy en día y que facilitaría aún mas su distribución, por ejemplo: El otro día que ya me notaba con algunos síntomas y después de pasar por el médico decidí ir a la farmacia a buscar Amoxicilina (mas conocido como antibiótico de toda la vida). Al entrar ya veo que son dos chicas jóvenes que supongo que estaban de prácticas, les entrego la receta y se gira a buscar entre tanto cajón. Después de un rato me saca una caja de antibiótico y al verla le digo:
– Perdona este no es como el que tube la ultima vez.
– Bueno, es posible, es el mismo principio activo pero de un laboratorio distinto.
– No mira es que yo hace nada estuve malo igual, y tenia uno distinto pero que me fue muy bien. Era blanco como este con una franja amarilla y un circulo azul, este en cambio tiene la franja lila.
Al final hice caso a la chica y me quede con el que me daba porque entendí que tenia lógica lo que me decía. Pero yo salí de la farmacia con mal sabor de boca, porque me sentí ridículo peleándome por un circulo o una franja que al fin y al cabo son igual de feos. Este creo que fue el punto en el que pensé si tengo que discutir otra vez por un medicamento que sea por un diseño de los que habían en los años cincuenta.
Alejandro Zalacain